The feature of this intervention is that of developing within a festival closely tied to tradition, and therefore with a very defined aesthetic.

The first was to develop a project with some basic premises, there was no need to continue with the established aesthetic, the execution should involve all the world so we should get to a standarized «constructive» method, since it is a collaborative tradition. Therefore we decided to use materials that defined the finished of the monument by themselves, we would not paint anything, the brushes were banned, only scissors, saw, shredded paper, a little glue gun and the help of a carpenter for the main structure . We finally settled on felt in different shades and natural wood and began to organize a series of craft workshops.

From that moment, and with the result on the street, the debate between tradition and modernity began, the discussion of the need for new inputs in tradition. In the need to open new ways of research that would allow on one hand a society more open to changes and on second hand allow the artists more freedom to do their work in a more mature and informed society.

in this case it was just child’s play, but taught us the need to keep creating pink intruders, but with other colors, sizes and themes to generate debate.

La característica de esta intervención es la de desarrollarse dentro de un festival estrechamente vinculado a la tradición y, por lo tanto, con una estética muy definida.

Lo primero fue desarrollar un proyecto con algunas premisas básicas, no era necesario continuar con la estética establecida. La ejecución debería involucrar a todo el mundo, por lo que deberíamos llegar a un método «constructivo» estandarizado, ya que es una tradición colaborativa. Por ello, decidimos usar los materiales que definían el acabado del monumento por sí mismos, no pintaríamos nada, los pinceles estaban prohibidos, solo tijeras, sierras, papel triturado, una pequeña pistola de pegamento y la ayuda de un carpintero para la estructura principal y comenzamos a organizar una serie de talleres de artesanía

 A partir de ese momento, y con el resultado en la calle, comenzó el debate entre tradición y modernidad, la discusión sobre la necesidad de abrir nuevos caminos en la tradición. En la necesidad de abrir nuevas formas de investigación que permitan, por un lado, una sociedad más abierta a los cambios y en segundo lugar, que los artistas tengan más libertad para realizar su trabajo en una sociedad más madura e informada. En este caso, fue solo un juego de niños. , pero nos enseñó la necesidad de seguir creando intrusos rosados, pero con otros colores, tamaños y temas para generar debate.